Por Elvis Rojas Monguía, estudiante de economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
En este ensayo he querido hacer una aproximación breve a la desigualdad en la coyuntura actual generada por la pandemia. Además, el presente, está inclinado teóricamente al igualitarismo, precisamente al enfoque de Amartya Sen, en ese sentido no existe una concepción única de “qué” debemos igualar, por ello tomo a lo que básicamente se constituyen derechos fundamentales de la persona.
Actualmente un grupo pequeño puede contar con un empleo seguro (profesionales calificados), los que no pueden hacerlo, lidian con la frase “El hambre también mata”, el cual los motiva a abandonar sus resguardos, aumentando así el riesgo de contagio. Un problema genera otro, y en este caso, es la búsqueda de atención de calidad en un sistema de salud precario.
El problema se hubiese minimizado si la educación estuviese difundida ampliamente, pero no fue así. Es por ello que mediante este escrito, insto a la sociedad a reflexionar sobre los problemas que hemos venido arrastrando durante décadas, tales como la débil estructura de nuestro sistema social.
Igualdad de trabajo y educación
Nuestras características como seres son inmensamente diferentes, contamos con diferentes ingresos, libertades, utilidades y aspiraciones en la vida, por lo tanto, no podemos crear un indicador que englobe estas características y generar un umbral que, en sí mismo, sea importante para todos.
Es inminente que la pandemia ha creado más agujeros en la débil estructura igualitaria de nuestra sociedad, en este ensayo realizo un análisis de las libertades más importantes que nos generan bienestar en general, a su vez, estos se encuentran en el foco de la discusión en estos momentos. Inicio el estudio tomando como variable focal: la libertad al trabajo, seguido por la libertad a la educación, inclusión financiera y salud. Se mantendrá ese orden en la estructura del ensayo.
Mi perspectiva ética considera injusta las diferencias que limitan el acceso a los medios necesarios para gozar de una calidad de vida. Por ello, ahondar en temas sociales es el fundamento que hace versátil a la teoría de las capacidades, además permite analizar las repercusiones que traen consigo en el ámbito económico y en el bienestar de las personas, que es el fin en sí mismo.
En términos de libertad al empleo. Existe un grupo que sufre en mayor proporción las consecuencias del confinamiento. Alrededor del 70% de la PEA en el Perú trabaja en el sector informal, principalmente en el comercio de servicios conformado por la pequeña empresa, los cuales operan en el corto plazo y sin horizonte de vida definido. Los sectores no compuestos por este grupo tienen la posibilidad de trabajar, ya sea, mediante la presencia física en el puesto de trabajo o de manera virtual, ya que los últimos se encuentran mejor preparados académicamente, y muestran condiciones de resiliencia en la operación de dispositivos virtuales.
Si debemos darle las condiciones necesarias a la población, seguir la línea de medición H (el cual calcula la pobreza en términos monetarios) no es el indicado, ya que no brinda información exacta sobre la incidencia en las capacidades que se están viendo privadas por la situación adversa que está tocando vivir a un grupo de la población. Por ejemplo, cuantificar la pobreza mediante los índices que toman en cuenta los ingresos produce ambigüedad debido a que en el contexto actual la caída de los ingresos es proporcional en todos los sectores, lo cual únicamente podría trasladar la línea media de la pobreza, dejando inalterado la magnitud en que se ve mermada la pobreza.
Contrariamente, mediante la privación de libertades podemos afirmar que existe un grupo a quienes relativamente les va mejor debido a que cuentan con estabilidad laboral y una reserva de ahorros que pueden ser utilizados en tiempos difíciles, la pandemia es uno de estos tiempos difíciles. En el lado opuesto, existen grupos significativos que no se encuentran en condiciones similares, debido a que perdieron sus empleos. De los cuales, un sub-grupo depende del trabajo del día a día. A los ultimas podemos identificarlos con la frase: “si no trabajas hoy, no comes”.
El problema del confinamiento castiga a quienes dejaron de percibir salarios. El grupo que cuenta con estabilidad laboral se beneficia, en primer lugar, por el incremento de sus ingresos debido a la condición de empleado. Segundo, la disminución de sus gastos de consumo, tales como vestido, transporte, diversión, reuniones, alimentación fuera de casa, etc. Por último, los estudios sostienen que la salud física y psicológica en gran medida derivan de la estabilidad laboral. En cifras, el INEI reportó la pérdida de 1,2 millones de empleos (reporte al mes de mayo) a causa del covid-19, de los cuales el 50% pertenecen a los empleados de la pyme. La figura 1 muestra la evolución del empleo durante los últimos 3 años.
La privación como acción de despojar o impedir la libertad individual genera ambigüedades, la perspectiva que se adhiere con el fin de explicitar la igualdad y un carácter más justo viene a ser la libertades positivas y negativas (Saint 2002, pag.12). La libertad negativa se viola tras la medida de confinamiento impuesto por el Estado, mientras que, la libertad positiva está siendo violada en el grupo que no tiene acceso a los medios (salud, teletrabajo, educación virtual, recreación, etc.). Está claro que una restricción a la libertad negativa implica una violación positiva.
La privación a la libertad de contar con un empleo, conduce a elegir entre dos opciones, el querer permanecer en casa mientras dure la emergencia (con el fin de cuidar tanto la salud física) o salir a trabajar para mitigar el hambre. La única decisión al alcance de los grupos desfavorecidos es la última (libertad negativa atrofiada), La evidencia muestra que se está sacrificando la salud física, violando en consecuencia la libertad positiva. ¡El virus cobra vidas, el hambre también!
Si el empleo se vio mermado, entre otras causas por la baja productividad del trabajador. Entonces, según las pautas de la teoría del capital humano, la educación como parte de las capacidades que el hombre necesita para realizar sus fines, debería ser fundamental para salir de la trampa. Sin embargo, la privación a la libertad de acceder a una educación de calidad es vulnerada en la actual coyuntura debido a los siguientes factores: hogares sin computadoras, problemas de conectividad y plataformas educativas virtuales deficientes. A estos factores los califico como barreras que rezagan el proceso de adecuación a la educación virtual.
Según el INEI (2020), el 84,4% de los hogares pobres cuenta con un celular, el 13,9% tiene Tv cable y el 7,1% accedió a Internet. Usaré esta estadística para dilucidar la incidencia que ubica como importante al concepto de privación al acceso a educación virtual en tiempos de covid-19. La figura 2 brinda un panorama sobre la evolución de la población con acceso a internet, por área.
Un servicio como el internet, en la óptica igualitarista, no es importante en sí mismo si no sirve como instrumento para generar las condiciones de realización e igualdad de oportunidades en el desarrollo de la persona. En la actualidad no se encuentra en discusión la necesidad de aprovisionar dichas herramientas educativas. En cambio, definir el campo ético para la actuación del estado en la coyuntura podría ser oportuno, a pesar de ser ampliamente tratado en la literatura.
La forma en que uno conceptualiza los objetivos de acción pública puede influir en gran medida la naturaleza de esa acción. (Anand, Ravallion, 1993). No hay en sí, una respuesta que debería tomarse como correcta, por ejemplo, pensar únicamente que el crecimiento económico debería garantizar la reducción de las carencias en educación no está mal, pero como tal, deja muchos vacíos en el terreno del bienestar.
Por otro lado, el aprovisionamiento de los servicios sociales en la generación de capacidades básicas como la educación puede ser visto como una forma más equitativa si se quiere reducir las carencias y como consecuencia mejorar el desarrollo humano. Este enfoque del desarrollo humano le da menos énfasis al crecimiento económico.
Anand y Ravallion (1993) demostraron mediante estimaciones econométricas, la importancia del crecimiento económico para el desarrollo humano, pero que el gasto social y la reducción de la pobreza monetaria son las principales fuerzas que conducen al desarrollo humano en lugar del crecimiento económico en sí mismo, entonces las intervenciones de política pueden jugar un papel en la promoción del desarrollo humano independientemente de la promoción de la riqueza agregada.
La equidad en la salud
“La salud es una de las condiciones más importantes de la vida humana y un componente fundamental de las capacidades humanas que tenemos motivos para valorar” (Sen, 2002, p. 2). Por ende, la equidad en la salud es importante para entender la justicia social. La desigualdad no forma parte del problema principal de la inequidad en la salud, a pesar de su gran importancia en el tema. Por esa razón, la equidad en la salud es multidimensional.
Seamos realistas, antes de cruzar la esquina situada hace 6 meses atrás, nadie contemplaba la muerte de miles a causa de la fuerza aplastadora de una pandemia. Sin embargo, ello no justifica la indiferencia que se tuvo al sistema de salud público durante décadas, el cual ahora nos reclama con una bofetada que nos duele en la muerte de algún familiar, conocido o líder. Perdidas que se estarían evitando si los encargados de administrar los recursos públicos hubiesen tomado las decisiones éticamente correctas.
No podemos ser ajenos a la realidad ¡Las personas se están muriendo! La idea no es buscar al culpable, sino, hacer un examen de lo que se puede hacer en términos de justica y bienestar social. ¿Será necesario solo tomar en cuenta el aspecto igualitario? – ¿Proporcionar recursos sanitarios a todos por igual soluciona el problema?
Es gravemente injusto que un grupo encuentre limitado (por acuerdos sociales y no por decisión propia) el derecho a decidir por su propia vida. El logro y la posibilidad de alcanzar una buena salud en un pobre no puede estar claro, ello dependerá básicamente de las facilidades sociales. La decisión es un concepto muy amplio, en el cual este derecho no puede basarse únicamente en la distribución de los recursos sanitarios. Los resultados dependerán de identificar a los factores en el momento de su tratamiento mediante políticas. Podría mencionar algunos factores como las diferencias regionales, estratos sociales, condiciones de trabajo y salubridad del hogar, hábitos, todas ellas distintas. La figura 3 puede ser ilustrativa para ver alguna diferencia proxy a lo mencionado.
Sin embargo, la teoría no puede quedar en el mero aspecto informativo, es ahí donde cabe la importancia de los procesos y justicia procesal. No es mi intención (por ahora) recomendar una política, contrariamente, me gustaría describir la política de distribución de pruebas para detección del virus hacia las empresas privadas por parte del gobierno. Durante el proceso, se reflejó que la distribución de recursos sanitarios carece de importancia ética como principio general. El problema se manifestó en las clínicas, a quienes poco les importó el bienestar de las gentes valiéndose de su condición para cobrar tarifas excesivas, a pesar de que lo recursos no les pertenecían.
La exigencia de la justicia del proceso requiere que ningún grupo sea discriminando de esta forma. El comportamiento antiético por parte de la empresa privada discrimina la vida de las personas; prioriza a los pudientes, y minimiza al escaso. Desde el punto de vista económico, el libre mercado otorga espacio a las empresas privadas para actuar como agentes maximizadores de ganancias – me pregunto ¿Acaso no debe primar la moral si se trata de la vida de las personas? En efecto, para defender el argumento ético se debe ir más allá de los logros de salud.
Dicho esto, para analizar la equidad en la salud, no solo basta contemplar la asistencia sanitaria para enfrentar la pandemia, existen más factores relacionados con la muerte de COVID-19, como el sexo, edad avanzada, propensión a enfermedades respiratorias, cardiacas y la diabetes, estilo de vida, lugar de residencia, número de habitantes por hogar, ingresos, ambiente epidemiológico. Ahora, veamos mediante un ejemplo que distribuir igualitariamente los recursos no puede ser, de lejos, el principal logro de la salud.
Digamos que la persona A contrae el virus, no obstante, tiene los recursos suficientes para pagar la atención en una clínica privada mientras dure su recuperación, y la persona B en la misma condición de salud, no cuenta con los recursos económicos que le permitan mejorar su estado de salud mediante la atención sanitaria privada, dejando así su vida casi a una especie de probabilidad. Claramente en esta situación no existe igualdad, ni equidad en salud.
Enseguida, un igualitario en rentas (por ejemplo) podría introducir una política que prive la atención de la persona A, y por decir, repartir los recursos (equivalentes al costo de la atención en la clínica privada) entre la persona B para la compra de insumos como medicamentos y algo de oxígeno. En consecuencia, se deja que la recuperación de ambos dependa solo de la respuesta del sistema inmunológico. Es una política que genera igualdad, sin embargo, nada garantiza el carácter equitativo, incluso en términos de Pareto, el punto se mueve a un nivel menor de bienestar ya que la persona pudiente habría deseado “asegurar” lo más que pueda su vida a un respirador artificial (se me ocurre). Para afirmar que existe equidad, por lo tanto, es necesario la inexistencia de personas infelices.
Sin embargo, en términos de salud, cualquier disminución en las muertes pude ser considerado como un logro, a pesar de ello es necesario tomar en cuenta que no todos tienen la misma prioridad. Los recursos se desvanecen, porque al final de todo, son cosas materiales, pero los acuerdos sociales pueden facilitar la salud de los desvalidos, a través de la mejora de los logros de otras personas o una mejor asignación de los recursos.
Al hacer una política de salud es necesario distinguir entre la igualdad en los logros de salud y la igualdad de lo que, en términos generales, se pueden llamar recursos sanitarios. Las posibilidades de que las personas sean más sanas se encuentran ilimitadas. La maximización de los logros individuales es una forma precaria de acomodar la equidad.
En la actualidad, es clave identificar que los logros en salud son más importantes que el carácter distributivo de los recursos sanitarios, por ello, las políticas encaminadas a mitigar las muertes deben tener en cuenta más que solo los factores económicos y sociales.
Finalmente, como se ha mencionado, los recursos sanitarios son importantes dentro un conjunto de factores. Más allá de la deficiencia sanitaria como problema estructural, me parece que las políticas se dirigen con buena intención, sin embargo, seguiremos teniendo que contar con el mal social generado por el mismo hombre, por aquella mafia que maneja el precio de los balones de oxígeno, por ese egoísmo que se apodera de nuestra conciencia impidiendo actuar como seres bondadosos ante la desgracia de nuestros pares.
A manera de conclusión, el Estado plantea métodos utilitaristas al intentar maximizar el bienestar en la población afectada mediante la entrega de subsidios. Sin duda, la medida excluye el bienestar en términos de derecho y libertades cuando no se toma en cuenta la disparidad en las preferencias de los individuos.
Mi interpretación sobre bienestar bajo el concepto de justicia social igualitarista, se expresa a través de la libertad que permite el contacto físico con personas de su entorno, compartir actividades sociales, acceder a educación virtual, contar con empleo, entre otros que conlleve a una sociedad equitativa. Además, aprovecho para invocar a la conciencia de las autoridades públicas y participantes en la industria del oxígeno a que sensibilicen sus valores y manejen el problema con responsabilidad, justicia y honestidad, ya que la vida de miles está en sus manos.