ANÁLISIS ECONÓMICO: La Depresión Mundial en Tiempos del Confinamiento

Por Luis Rodrigo Guevara Iglesias, Presidente Ejecutivo Nacional de APEECO

La depresión en términos psicológicos se define como una enfermedad que causa decaimiento anímico, tristeza y baja autoestima. En economía, lo podemos definir como la parte del ciclo económico en el cuál hemos tocado fondo producto de una recesión o decrecimiento durante un periodo determinado. La pandemia del Covid-19, trajo como consecuencia una profunda recesión económica mundial que ha impactado en la vida de millones de personas, logrando así, agigantar los problemas sociales que deberán ser abordados con mucha cautela. Este impacto económico y social negativo ha llevado a muchas personas a poder afirmar que nos encontramos ante una situación similar a la gran depresión de 1929. Sin embargo, para el análisis económico, ¿nos encontramos ante una nueva gran depresión? Descubrámoslo analizando el impacto del Covid-19 en la economía mundial.

Crisis y Recesión

En el último siglo, dos fueron las grandes crisis que azotaron la economía mundial: La Crisis de 1929, conocida como “La Gran Depresión” y la Crisis Financiera global del 2008. La característica común de estas es que fueron producto de la especulación en el sistema financiero, debido a un exceso de optimismo en inversionistas que alimentaron una burbuja bursátil. Cuando esta colapsa, se desata una crisis que impacta en la gran mayoría de agentes económicos inmersos en una economía globalizada. En una crisis siempre encontramos un factor detonante (como la alta tasa de morosidad en las hipotecas Subprime previa a la crisis del 2008). Sin embargo, lo particular de esta crisis es que el detonante fue producto de una medida de contención drástica que hoy en el mundo conocemos como Confinamiento producto de la aparición de un virus mortal.

El confinamiento trajo a nuestras vidas una nueva crisis social y sanitaria que económicamente hablando se traduce en quiebre masivos de empresas, aumento de la tasa del desempleo, aumento de la pobreza y por consiguiente, una contracción en el PBI. No obstante, el mayor fantasma que trajo consigo la crisis, se le conoce como Incertidumbre, lo cual nos hace afirmar que la aparición de un virus es igual de dañina que una guerra mundial o que el colapso de una bolsa. Tanto así, que se estima que estamos en la mayor crisis económica desde la gran recesión de 1929.

En la crisis del 2008, el PBI global se contrajo aproximadamente -1.7%. Hoy en día, las proyecciones más optimistas del Fondo Monetario Internacional proyectan un decrecimiento de -3.0% del PBI global; siendo las economías avanzadas más golpeadas que las economías emergentes. Se estima una caída del -6.1% y del -1.0% respectivamente. Además, 170 de 189 países se espera que caigan en recesión. Analicemos las figuras 1 y 2 en donde se nos muestra proyecciones del PBI de Asia, África y Europa:

Figura 1. Proyecciones para el 2020 y 2021 del PBI Mundial, Asiático y Africano.
Figura 2. Proyecciones para el 2020 y 2021 del Producto Bruto Interno de Europa.

En el 2019, la proyección de crecimiento mundial para el 2020 fue de 3.0%. Con la posible recuperación del 5.8% en el 2021, el 2020 se convertiría en un año perdido para la economía mundial; debido a que existiría una variación negativa de 6 puntos porcentuales frente al 5.8% positivo del 2021. Quedaría pendiente una diferencia de -0.2%.

La recesión también es inminente en el continente Americano. La CEPAL anuncia que América Latina y el Caribe presentarán una caída del -5.3% en su PBI, siendo así la mayor caída en la historia de la región. América del Sur presentará una caída de -5.2% de su PBI debido a una disminución del comercio internacional con China y con los principales importadores de materia prima, principalmente por una caída en la producción mundial. Si excluimos a Venezuela de esta proyección, la caída sería del -5.0%. La paralización del sector turismo sería el factor principal de la caída de América Central y el Caribe, en la cuales se proyecta una recesión del -2.3% y -2.5% respectivamente. A continuación, conozcamos las proyecciones del Producto Bruto Interno en algunos países del continente americano:

Figura 3. Proyecciones para el 2020 y 2021 del PBI en América.

Ahora que conocemos que la recesión es inevitable, es de vital importancia reconocer que tipo de forma adoptará esta recesión; para lo cual analizaremos la figura 4 en donde identificaremos los diferentes tipos de recesión y sus principales características:

Figura 4. Tipos de recesiones económicas en relación a su apariencia.

Como podemos observar, la recesión que mas nos convendría es un decrecimiento en forma de “V”. Esta se caracteriza por ser una recesión de corta duración, que al tocar fondo genera un “rebote” rápido por lo que la economía se empezaría a recuperar en el primer o segundo trimestre siguiente. Lo mismo no sucede con la recesión en forma de “U”, en donde la economía se enfrentaría a un decrecimiento de mediana duración; logrando una recuperación gradual y significativa 3 trimestres después de haber tocado fondo. En el peor de los casos, una recesión en forma de “L” representaría una recuperación lenta y muy costosa para la economía. La “L” se podría traducir en una recesión que inclusive podría durar varios años. En la figura 5, analizaremos los escenarios de recesión proyectados por el Fondo Monetario Internacional:

Figura 5. Escenarios de recesión proyectados para el 2020.

La forma de recesión y por consiguiente, la velocidad de recuperación de la economía, van a depender de dos factores fundamentales: La capacidad de controlar la pandemia en el menor tiempo posible y de las políticas económicas aplicadas por los gobiernos para mitigar el impacto del confinamiento. Como se puede observar, en la figura 5 decido no incluir la recesión en forma de “L” debido a que la comunidad científica asegura encontrar una vacuna contra el virus a más tardar, en el primer semestre del año 2021. Además, algunas instituciones como la Universidad de Oxford aseguran que la tendrán lista antes.

DEUS EX MACHINA: Impacto en el Mercado de Valores y Commodities

En latín, la expresión “Deus Ex Machina” se traduce como la frase “Dios desde la máquina”. Esta frase proviene del antiguo teatro de la Grecia Clásica, en donde un personaje no mencionado en la trama de la obra (por lo general un dios) realiza una sorprendente aparición para establecer un acontecimiento o solución (inesperada) en la historia. El mismo efecto artístico genera similitudes que permiten realizar una analogía con la aparición de la pandemia mundial, diferenciándose únicamente que esta posee un impacto negativo en nuestra historia. En pocas palabras, se puede afirmar que las características principales de la aparición del Covid-19 con un efecto “Deus Ex Machina” radican en la inadvertida aparición del virus y la velocidad de su propagación.

La inesperada llegada del virus desató un gran impacto negativo en todos los índices bursátiles del planeta. Los inversionistas, al identificar un escenario de incertidumbre y volatilidad, tienden a vender sus activos, por lo general, los activos más líquidos como son las acciones en empresas aglomeradas en el S&P500 por citar un ejemplo. Las abruptas ventas de activos desatan una rápida caída en el valor de estos; lo que conlleva a una caída de la bolsa. Sin ir muy a fondo, analicemos la caída del S&P 500, uno de los índices bursátiles más importantes de Estados Unidos:

Figura 6. Bear Market del S&P 500 en distintas caídas bursátiles.

Al visualizar la figura 6, comprobamos que la velocidad de impacto de esta pandemia en el mercado bursátil no tiene precedentes. El S&P500 es el índice bursátil que aglomera a las 500 empresas más grandes de EE.UU. que cotizan en bolsa. Además, posee el 80% de la capitalización de mercado del país. Analizar este indicador siempre es sinónimo de realizar un diagnóstico de la salud económica del gigante de América. La crisis de la burbuja.com, en donde hubo una especulación exagerada con las empresas de internet y la venidera economía digital generó una caída del S&P 500 del 49% en aproximadamente 2 años, allá por el inicio del nuevo milenio. La crisis de las hipotecas Subprime, detonante de la crisis financiera global del 2008, presentó una caída del 60% en 1 año. Sin embargo, la propagación del Covid-19 fuera de China, a mediados del mes de marzo, generó una caída mayor al 30% en tan solo 1 MES.

Al igual que el S&P 500, los índices bursátiles más importantes como el FTSE 100 (Inglaterra), el EUROSTOXX 50 (Unión Europea), el NIKKEI (Japón) y el HANG SENG (Hong Kong), presentaron una caída, en el mes de marzo, de -31.71%, -34.57%, -28.13% y -18.18% respectivamente tomando como referencia su puntuación referencial más alta en el presente año.

No obstante, al conocer el gran impacto y la gran incertidumbre generada por la pandemia en los principales mercados bursátiles del mundo, también es responsable afirmar que lo peor ya pasó. En las últimas semanas, las bolsas mundiales han presentado una recuperación progresiva y congruente con el optimismo de que las restricciones de confinamiento en algunos países empezarán a ser retiradas.

La rapidez de propagación del Covid-19 también generó efectos indirectos en algunos commodities. Para el caso del petróleo, se pudo observar una caída progresiva de su precio desde el mes de enero; logrando cotizar así, para el día 20 de Abril, una cifra histórica y a la vez negativa de $ -37.63 usd. por barril. Existen casos de tasas de interés negativas (que incentivan la circulación de capital y no el ahorro), pero la aparición de un precio negativo es totalmente un hecho histórico y sin precedentes para la teoría económica. El precio negativo refleja la urgencia de los vendedores de tener que pagarles a los compradores para deshacerse del petróleo. En pocas palabras, la capacidad de almacenamiento físico colapso, lo que encarece el hecho de poder almacenarlo. Esta consecuencia es producto de la caída de la demanda energética y mundial de crudo resultado del confinamiento; en donde grandes industrias y sectores como el transporte aéreo, se encuentran parcialmente paralizados. A este contexto, sumándole una complicada guerra de precios entre Rusia y Arabia Saudita, se generó el eterno dilema entre la oferta y la demanda, en donde la pandemia ha contraído la demanda en un 40%, mientras la oferta solo se ha reducido en un 15%; dejando un así un excedente de producción de 25%. La realidad para todos los commodities relacionados a la industria energética es la misma: una abrupta caída en los precios debido a las consecuencias del confinamiento.

Los commodities tradicionales no son la excepción. Para un análisis rápido y concreto, en la figura 7 analizaremos las variaciones porcentuales en los precios del oro y el cobre, productos de gran importancia en la canasta exportadora del Perú:

Figura 7. Variación porcetual de los precios del Cobre y el Oro en los últimos 6 meses. Setiembre de 2019 aparece como punto de inicio y referencia para el análisis de la variación porcentual.

La diferencia en la apreciación o depreciación en estos minerales radica en la finalidad con la que se adquieren estos commodities. El cobre, por lo general, esta destinado a un uso industrial por lo cual sirve como insumo o materia prima para la fabricación de productos derivados. Por otro lado, el oro muchas veces es usado como un activo “refugio” frente a escenarios de incertidumbre y volatilidad, en donde la rentabilidad de las acciones e inversiones no están garantizadas. Al conocer estos conceptos, podemos inferir que debido a un contexto de crisis y paralización parcial de la economía China, desde enero del 2020, la demanda por cobre descendió, lo que trajo consigo una caída en el precio. Es importante citar a China debido a que el gigante asiático consume el 50% de la producción mundial de cobre. Caso contrario, producto del riesgo y la incertidumbre de los efectos de una pandemia mundial, la demanda por migrar hacia activos más seguros como el oro, comenzó a subir, lo que desencadenó un alza en su cotización.

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La Depresión Social

Al igual que en el Perú, la desigualdad social en el mundo es claramente notoria. En términos de calidad de vida, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) es una herramienta que nos puede ayudar a identificar el estado de muchas naciones con respecto a indicadores como la salud y la educación de sus ciudadanos. En términos pecuniarios y de riqueza, la distribución  mundial también es una razón de preocupación. Analicemos la figura 8, en donde se muestra la distribución de la riqueza mundial:

Figura 8. Distribución de riqueza en el mundo.

El 1% de la población mundial posee el 51% de la riqueza mundial; mientras que el 90% de la población mundial posee el 11% de las riquezas de este planeta. Lamentablemente, es necesario afirmar que las consecuencias económicas y sociales de la pandemia, agrandarán la desigualdad global y por consiguiente, la pobreza en el mundo.

El crecimiento de las brechas sociales posee una correlación directa con la caída global del empleo. En el Perú, el porcentaje de trabajadores informales es de 72%. El porcentaje de informalidad mundial no se aleja mucho de la realidad peruana, ya que 61.2% de los trabajadores del planeta también son informales. El análisis detallado del empleo lo dejaremos para los próximos párrafos. Sin embargo, es necesario identificar que la informalidad del empleo puede causar que las oportunidades de acceso a servicios básicos como salud y educación, en un contexto de crisis, se vean seriamente afectadas.

Los costos sociales más grandes que nos trae la crisis están relacionados con el sector salud y educación. Por el lado de la salud, enfrentar una crisis de origen sanitario se relaciona con un impacto directo, en el cual se pone a prueba los sistemas de salud de todas las naciones. La OMS, años previos a la pandemia, recomendaba que los gobiernos debían destinar al menos el 6% de su PBI al sector salud. Países como EE.UU. invierten hasta el 14% de su PBI; en contraste, países como el Perú, destinan tan solo el 2.4% de su producto bruto interno. Cifras alarmantes que comparten la mayoría de países de América Latina y el Caribe; en donde el promedio de camas de hospitalización es de 2 camas por cada 1 000 habitantes. El término de pánico y por consiguiente, depresión, acecha más a la población nacional cuando descubrimos que en el Perú poseemos 1.6 camas para cada 1 000 habitantes; es decir, 16 camas para cada 10 000 habitantes, según la CEPAL.

Por el lado de la educación, si bien la enseñanza virtual se muestra como una interesante solución,  la aparición de nuevos problemas directos e indirectos es inminente. Como en el caso peruano, muchos centros educativos públicos proporcionan alimentación gratuita a los estudiantes pertenecientes a poblaciones vulnerables. Además, sirven como espacio de cuidado de muchos niños, lo que les permitía a los padres disponer de tiempo para trabajar. Estos beneficios se verían perdidos durante la educación no presencial; lo cual produciría un impacto negativo en la nutrición de los estudiantes y en la participación de los padres (especialmente las mujeres) en el mercado laboral. A esto debemos sumarle, que en muchas partes del mundo, aún no existe el acceso a internet y mucho menos a la tecnología necesaria para la enseñanza virtual.

Se dice mucho que el empleo será muy afectado. En términos generales, la Organización Internacional del Trabajo estima que se podrían perder hasta 25 millones de empleos, producto de la recesión. La Unión Europea proyecta un aumento de la tasa de desempleo al 10.4%. Países emergentes como Brasil, Colombia y Perú, proyectan tasas de desempleo del 14.7%, 12.2% y 7.1% respectivamente. A esta problemática se le suma que la tasa de trabajo infantil podría aumentar considerablemente. Solo en Latinoamérica, la CEPAL afirma que más de 10.5 millones de niños ya trabajaban antes de la crisis.

Sin embargo, debemos identificar objetivamente cuales son los sectores de la economía que se encuentran más expuestos al fantasma del desempleo. En la figura 9 analizaremos los diversos sectores: 

Figura 9. Impacto del Confinamiento en la producción laboral por sectores.

Al analizar la figura 9, llegamos a la conclusión de que los sectores de servicios junto a la producción  manufacturera e industrial y el comercio internacional de estos bienes, se verán seriamente afectados por la recesión. Las grandes cadenas de suministros internacionales serán abordadas en la última parte de este análisis. Sin embargo, es necesario analizar subsectores como el turismo que nos muestran una caída históricamente negativa en sus actividades. Se estima que en el 2020 la disminución de turistas a nivel internacional oscile entre los 290 y 440 millones; lo que representaría una caída del turismo entre el 20% y 30% en comparación al año 2019. Estas cifras harían retroceder al subsector a resultados obtenidos durante los años 2012 y 2014; provocando unas perdidas estimadas $300 mil y $450 mil millones de dólares.

A la vez, una señal de esperanza y optimismo nos indica que rubros como el E-Commerce y las empresas digitales y de páginas web obtendrán una simpatía importante debido a que se consideran como los sectores económicos que pueden presenciar un impacto positivo en sus actividades producto de la crisis mundial. Esta es una nueva oportunidad para aquellas personas que estaban buscando un modelo de negocio rentable y con mucho potencial.

Lo prometido es deuda. En la última parte de este análisis englobaremos como la recesión afectará a los diversos sectores de la economía también considerados como sectores de alta exposición en la figura 9. Estas actividades están inmersas en lo que se conoce como la Cadena Global de Suministros, la cual analizaremos a continuación.

El golpe a la Cadena Global de Suministros

Las cadenas globales de suministro se pueden definir como eslabones de una compañía, que van desde la materia prima hasta la elaboración de los productos terminados. Es decir, representan la adquisición de insumos destinados al proceso de producción de un determinado bien. Ahora, si China, considerada la “fábrica del mundo” se encuentra parcialmente paralizada (se encontraba paralizada en mayor porcentaje hace un par de meses), ¿Se puede garantizar el abastecimiento global de suministros y el comercio internacional durante la crisis? Analicemos esta interrogante.

China es uno de los principales exportadores de productos textiles y de alta tecnología del mundo. Posee el 30% de las importaciones de Estados Unidos y un poco más del 23% de las importaciones del Perú. Vale precisar, que China es nuestro principal socio comercial. Sin embargo, existen otros 2 grandes exportadores que junto a China dominan la cadena global de suministros. Estos son: Alemania y Estados Unidos; quienes se encuentran actualmente con cifras astronómicas en el número de contagiados por Covid-19 (especialmente EE.UU.) y con economías prácticamente paralizadas.

Al identificar que los grandes exportadores mundiales están sufriendo grandes estragos producto de la pandemia, podemos afirmar que Sí existen razones de riesgo para el comercio y el abastecimiento mundial. A continuación los 2 problemas principales que la industria mundial está enfrentando:

En pocas palabras, los países industriales no producen lo mismo que producirían en un escenario sin crisis debido a la paralización de sus economías. Y en contraste, los países importadores no comprarán ni demandarán la misma cantidad de bienes debido a que sus economías están en recesión. Sin embargo, existe un tercer problema que se genera en esta crisis comercial. Se ponen en riesgo lo que se conoce como las Cadenas Globales de Valor.

La globalización originó una nueva forma de industrializarse. Ahora los países industrializados combinan grandes cadenas de suministro para ganar competitividad. Aquí se genera una frase clave para entender este fenómeno conocida como “Importar para Exportar”. Vayamos al ejemplo de un bien muy deseado, un iPhone 11. “Producido” por Apple, una empresa estadounidense, muchas piezas necesarias para el ensamblaje final del iPhone no son producidas por Apple, y mucho menos, no son producidas en Estados Unidos. Por citar algunas partes, la batería es producida en Japón, junto a la memoria y la cámara trasera. Corea del Sur se encarga de producir el procesador y Malasia contribuye produciendo la cámara frontal. Finalmente, el iPhone termina siendo ensamblado en China.

Esto nos lleva a la afirmación de que las economías de los grandes productores industriales está extremadamente interconectada. Es por eso que no es un dato menor que Europa, Asia y EE.UU. aporten al 87% del PBI mundial. Para que usted, estimado lector, pueda hacerse una idea de lo gigantesca que es esta interconexión económica, el PBI total de la economía peruana equivale a tan solo el 0.03% del PBI mundial.

Para completar el análisis, recurramos a las noticias más recientes que afirman que China ya está superando los estragos de la pandemia; por lo que se podría suponer que toda su economía volvería a rodar al igual que antes. Sin embargo, está afirmación no es la más acertada. China puede recuperarse, pero mientras los otros grandes productores mundiales, y sobre todo, Europa y Asia, no se recuperen de la recesión, la producción del gigante asiático no volverá a ser la misma. Esto debido a que muchos insumos provenientes del exterior no podrán ser obtenidos debido a la paralización y a los problemas de solvencia económica y de producción que pueden enfrentar las empresas exportadoras en el corto y mediano plazo. Es así como se genera un círculo de dependencia vicioso y  de impacto negativo, producto de las distorsiones entra la oferta y la demanda global.

Este impacto también se prevé que genere una disminución drástica en el superávit comercial de América Latina, en donde se exportan, principalmente, commodities y materia prima al resto del mundo. Para el caso peruano, solo China representa el 70% de las exportaciones nacionales de cobre. El comercio internacional se verá seriamente afectado, ya que se estima una caída entre el 13% y 32% del comercio global. Para nuestra región, los más afectados serán los commodities que conoceremos en la figura 10.

Figura 10. Porcentaje de distribución de las exportaciones minerales de América Latina y el Caribe.

¿Qué ruta debemos seguir?

Luego de un extenso análisis del impacto de la pandemia en la economía global, es necesario dar a conocer cuáles son los caminos a seguir para lograr recuperar la economía y la sociedad a niveles previos a la pandemia. Detener la crisis sanitaria es el primer paso para frenar la crisis económica, y por ende, la recesión. Como se dice criollamente, “tomar el toro por las astas”, atacar el problema desde la raíz.

Como segundo paso, es de vital importancia lograr una cooperación internacional efectiva. En 1929, la recesión fue una “Gran Depresión” debido a que la cooperación internacional fue prácticamente nula, lo que la conllevó a fracasar. Años más tarde, la conferencia de Bretton Woods, luego de una devastadora segunda guerra mundial; y la reunión del G-20 en el 2009, post crisis financiera internacional; nos demostraron que una estrategia mutua entre países es muy eficaz para replantear y mitigar el impacto negativo de una crisis en la economía global.

Y como tercer paso, en materia fiscal, es necesario articular políticas macroeconómicas que estén ligadas a la adquisición de créditos internacionales. Debido a que enfrentar la pandemia genera gastos, muchos países deteriorarán (o empeorarán) sus balances fiscales. Esto los posiciona en el dilema de como afrontar el déficit: ¿Usando los ahorros? ¿Subiendo los impuestos? O ¿endeudándose? La primera opción es la menos recomendada debido a que siempre es necesario contar con un fondo de estabilización fiscal que respalde posibles fluctuaciones menores relacionadas al déficit fiscal. La segunda opción, sería totalmente contraproducente en un contexto en donde muchas familias han visto reducido su ingreso mensual. Además, el subir los impuestos encarecería la decisión por consumir, lo cuál sería un efecto contrario en el objetivo de reactivar la economía. Es por ello que la tercera opción es la más saludable. Países con fortaleza macroeconómica (como el Perú) deberán optar por la emisión de bonos en mercados internacionales, como principal fuente de financiamiento. Deben aprovechar la calificación de riesgo internacional, lo que les da paso a poder acceder a crédito barato. Las economías con menos solidez macroeconómica deben optar por negociar préstamos en donde las obligaciones de pago sean en el largo plazo; ya que de no ser solventes en el corto o mediano plazo, el crédito obtenido, al refinanciarse, se haría más caro.

Finalmente, los organismos multilaterales serán clave en el manejo de la deuda de muchas naciones. Deberán ampliar el otorgamiento de crédito de forma tan contundente al igual que los bancos centrales.

Volviendo a la pregunta inicial: ¿Estamos ante una nueva Gran Depresión?

Figura 11. Comparación de la Crisis Actual con la Gran Depresión de 1929.

Al observar la figura 11, llegamos a la conclusión de que a nivel social, poseemos todas las características de una gran depresión. Sin embargo, a nivel económico, aún estamos lejos de igualar a la Crisis originada en el año 1929. Por lo tanto, no estamos ante una “Gran Depresión”, pero si ante un nuevo periodo histórico para el mundo, llamado:

EL GRAN CONFINAMIENTO.

La peor desaceleración de la economía desde la Gran Depresión, que sin lugar a dudas, generó una depresión profunda en el comportamiento social al cual estábamos acostumbrados.

Los tiempos han cambiado. La Economía, La Sociedad y la forma de ver al mundo, también.

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