Planteamiento del enfoque de capacidades de Amartya Sen en las políticas educativas para lograr un desarrollo sostenible en el Perú

Fotografía: Educación - Imagen de Gerd Altmann en Pixabay

Por Grace Melissa Jesus Murriagui, estudiantes de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

El Covid 19 representa una coyuntura de cambios en las distintas dimensiones sociales, económicos, políticos que genera inestabilidad e incertidumbre hoy en día en nuestro país y en el resto del mundo. La pregunta ¿Qué hicimos mal? debe ser la que resuena con más fuerza en los hacedores de políticas, si habiendo adoptado medidas frente a la crisis sanitaria bastante similares a la de países vecinos, hoy por hoy nos hemos convertido en el país con la mayor tasa de mortalidad por coronavirus en el mundo. 

El presente ensayo sostiene que no solo va a bastar la recuperación económica para asegurar que el país no vuelva a atravesar por el escenario tan crítico en el que hoy nos vemos involucrados. Sino que va a ser necesario empezar a generar políticas en otras dimensiones, diferentes al crecimiento económico; políticas multidimensionales que sienten bases sólidas para un desarrollo sostenible. 

Finalmente, encontramos en el sector educativo un punto de partida para iniciar este cambio, en donde será necesario complementar los objetivos educativos que actualmente se persiguen con un nuevo desafío pedagógico en el que se forme a los estudiantes para potenciar sus “capacidades” (enfoque de capacidades de Amartya Sen) y de esa manera se constituyan como ciudadanos valiosos que realicen actos en consecución de su bienestar individual y de la sociedad en su conjunto.

Desarrollo

Una crisis devela desmesuradamente aquellas falencias que un país no ha terminado de resolver o aquellas que de alguna manera se encontraban latentes, en sus distintas dimensiones políticas, sociales, económicas y ambientales. 

En los últimos años, el Perú ha sido un país destacado por sus fortalezas macroeconómicas y fiscales, según cifras del año pasado del Fondo Monetario Internacional nuestro país presentó indicadores económicos consistentes con una proyección favorable de expansión del PBI de 2.6% para el 2019 y 3.6% para el 2020; inflación moderada dentro del rango meta de 1.9% para el 2019 y 2.0% para el 2020 y proyecciones de desempleo de 6.7% para ambos años. Este año, 1 2 cuando el brote del Covid 19 comenzó a proliferar en los países de latinoamérica obligándolos a decretar en estado de emergencia los territorios nacionales y optar por el aislamiento social obligatorio; la agencia calificadora de riesgo Fitch Ratings3 ratificó nuestra estabilidad macroeconómica y financiera otorgándonos una calificación crediticia de BBB+ con perspectiva estable, además manifestaron que los sólidos fundamentos macroeconómicos y de finanzas públicas ayudarían al Perú a resistir el choque del coronavirus en el 2020. 

Sin embargo, la realidad por la que atravesamos muy poco tiene que ver con cifras alentadoras, altos niveles de PBI y reconocimiento del país no se han reflejado en políticas que sean efectivas para hacer frente a la emergencia, la realidad bastante cruel nos muestra un escenario en el cual el virus ha cobrado innumerables vidas de peruanos, nuestro país no se encontraba preparado para una crisis de tal envergadura en cuestión de infraestructura, instalaciones, equipos, disponibilidad de personal, disponibilidad de personal capacitado y también conciencia ciudadana. Porque la naturaleza de esta crisis no solo requiere de las políticas de gobierno para proteger a la población y asegurar su bienestar, a su vez también exige responsabilidad, orden y cumplimiento de las normas y reglas para que las medidas implantadas contribuyan con la reducción de los índices de contagio y propagación del virus. 

El crecimiento económico sólido que hemos venido experimentando necesita ser acompañado por otros aspectos multidimensionales que recoge el desarrollo económico; donde contemos con coberturas de salud, educación de calidad, igualdad en oportunidades y en general mejoras en los niveles de vida digna que permita que el ciudadano se identifique como miembro de su sociedad y confíe en el gobierno que lo representa. 

En este sentido, no es suficiente superar este periodo de recesión y retomar la senda de crecimiento económico en la que nos quedamos en el mes de febrero del presente año antes de que nos alcanzara la pandemia, porque de esta experiencia aprendemos que indicadores macroeconómicos sólidos no siempre garantizan el bienestar en una situación de crisis, lo que hace importante ampliar el horizonte de posibilidades de solución. 

Uno de los aspectos que contribuya será el nivel de educación de los ciudadanos y no me refiero a logros de aprendizaje de los estudiantes de la educación básica regular; considero que más que políticas orientadas a un sistema educativo que mida su eficiencia en base a resultados de comprensión lectora y matemática, hará falta “formar personas con competencias para llevar adelante, como ciudadanos, sus proyectos de vida” (UNESCO,2020) y los de su comunidad. 

Según cifras del Banco Mundial (2006), el Perú gastaba alrededor de 3% de su PBI para apoyar la educación a través del gasto público persiguiendo objetivos de incremento de tasas de matrícula en primaria y secundaria, número de años promedio de educación, tasas de finalización de primaria y secundaria, y tasa de alfabetización. 

Según sus resultados, al Perú le va relativamente bien con respecto a otros países. En resumen, las instituciones peruanas saben cómo convertir los recursos en matrícula, y lo hacen muy bien. Sin embargo, no sucede lo mismo con la calidad. El Perú no invierte eficientemente en calidad o aprendizaje. (Banco mundial, 2006, p.36) 

De igual manera, tras un análisis del estado de la educación en el Perú en el año 2017, el Grupo de Análisis para el Desarrollo (GRADE) obtiene conclusiones similares con respecto a logros de cobertura de educación. En su estudio pone en agenda nacional la necesidad de mejora en temas de calidad: 

Es necesario repensar los programas o intervenciones educativas prestando atención expresa y prioritaria a la equidad de los resultados —acercando la parte inferior de la distribución a la parte superior— y no solo a la mejora media de los niveles de aprendizaje, algo que debería suceder, en todo caso, porque toda la distribución se traslada hacia niveles mayores. Esto sugiere que es preciso mirar la educación desde un enfoque de derechos y de eficacia en su aseguramiento, más que de eficiencia en el logro de resultados agregados. (GRADE, 2017, p.238) 

Hasta la fecha el sector educación ha representado uno de los eslabones más débiles que necesita superar nuestro país para lograr un adecuado desarrollo en donde los ciudadanos puedan incrementar su calidad de vida; en este sentido es pertinente cuestionar los objetivos perseguidos y las políticas educativas planteadas por las instituciones públicas. Es necesario repensar en otro enfoque de la educación en el cual no solo basta que más peruanos consigan logros en comprensión lectora y matemática; sino que se requiere un cambio estructural que implica educar personas que sepan ejercer su ciudadanía y representen individual y colectivamente aportes valiosos para la sociedad, la economía y la representación política del Perú. 

El consejo Nacional de Educación (2016) realizó una presentación de “Líneas prioritarias de política educativa al 2021 año del bicentenario” en donde encuentro un marco de referencia para iniciar este cambio educativo que permita el desarrollo del país. Los ejes de política que propone para la educación secundaria apuntan al incentivo de la participación activa del estudiante en su formación, el desafío pedagógico planteado se orienta a impulsar las capacidades individuales para la resolución de problemáticas y fortalecer el desarrollo del estudiante en sus competencias, valores, cualidades y habilidades que le permitan alcanzar la sensibilidad humana que requiere una comunidad ciudadana. 

Fortalecer la aplicación de un currículo basado en el desarrollo de competencias. Debe asegurarse lo siguiente: Una base curricular común para todos los alumnos, diversificada en los últimos años de estudio. La base común debe orientarse a favor de una cultura general científica y humanística, y de una formación ciudadana acorde con los tiempos. La base diversificada debe destinarse a ofrecer opciones creativas que den lugar a profundizaciones de la formación en función de los talentos de cada estudiante, proporcionando, al mismo tiempo, diversas opciones curriculares modulares que permitan a los alumnos escoger áreas académicas preuniversitarias, áreas artísticas o deportivas, áreas técnicas o de formación ocupacional. (Consejo Nacional de Educación, 2016, p.12) 

Las recomendaciones de política en el sector educativo debieran ser orientadas en el enfoque de “capacidades” planteado por Amartya Sen; en donde la formación educativa permita potenciar aquello “en lo que los individuos son capaces de hacer y de ser, es decir, en sus capacidades. Buscando promover que se tenga mayor libertad de vivir el tipo de vida que se tiene razones para valorar.” (Urquijo,2014, p.66) 

Cuando Sen introduce el concepto de capacidades en su conferencia “¿Igualdad de qué?”, entiende por dicho concepto el que una persona sea capaz de hacer ciertas cosas básicas, como la habilidad de movimiento, la habilidad de satisfacer ciertas necesidades alimentarias, la capacidad de disponer de medios para vestirse y tener alojamiento, o la capacidad de participar en la vida social de la comunidad (Sen, 1982: 367). (Urquijo,2014, p.67) 

Si una persona es instruida en el manejo de sus capacidades podrá desarrollar “actos valiosos” que incrementen su bienestar individual y en el colectivo sumen al bienestar de su comunidad. 

En el Perú las instituciones públicas continúan enfocando su análisis en indicadores de educación obsoletos; el INEI (2019) evalúa aun la calidad educativa solo en base a logros de aprendizaje de matemática y lectura; si bien este resultado es importante no es suficiente para alcanzar propósitos de un país que necesita avanzar en su desarrollo; las políticas educativas deben brindar ese espacio de oportunidad para que todos puedan desarrollar sus capacidades y finalmente eso se traduzca en aportes valiosos para todo el país. 

Podemos encontrar en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible un marco de referencia para que a través de sus 17 objetivos se busque construir sociedades más pacíficas, justas y sostenibles. Encontramos en esta agenda objetivos que persiguen el avance en la educación. Específicamente el Objetivo 4. busca garantizar una educación inclusiva y equitativa de calidad y promover oportunidades de aprendizaje permanente para todos; y los planteamientos coinciden con los objetivos que el Perú ha venido persiguiendo a lo largo de los años: asegurar el mayor acceso de personas a la educación eliminando disparidades de género, etnia y condición socioeconómica. Y si bien es un marco de referencia internacional con objetivos adecuados, hay que tener en consideración la realidad de cada país para su aplicación pertinente; y el Perú es un país que exige una reforma más exhaustiva y crucial en los conceptos de calidad educativa; incluir como un lineamiento primordial el desarrollo de capacidades de los estudiantes para transformarse en ciudadanos conscientes va a generar avances en las distintas dimensiones de nuestro país, tanto políticas, sociales, económicas y ambientales. 

Finalmente estaremos más cerca de aspirar a un modelo de desarrollo sostenible en el cual ningún peruano “se quede atrás” en la senda del desarrollo.

Conclusiones

Es importante saber aprovechar las lecciones aprendidas que nos deja esta crisis sanitaria, el Perú orientó sus recursos para garantizar indicadores macroeconómicos sólidos y consistentes a lo largo de los últimos años, dejando de lado sectores importantes para el bienestar de la población como es el sector salud y educación; los cuales son indispensables para conseguir objetivos de desarrollo económico. Finalmente empezar de nuevo puede significar una oportunidad de mejora para las políticas públicas, habiéndose evidenciado las deficiencias en estos sectores es importante comenzar a generar propuestas para mejorar como país y reformar la educación puede traducirse en un punto de partida para conseguir el desarrollo sostenible. 

Referencias

  • Banco Mundial (2006). Educación de calidad en el Perú. Estándares, rendición de cuentas y fortalecimiento de capacidades. Washington, D.C.: Banco Mundial. 
  • Consejo Nacional de Educación (2016). Líneas Prioritarias de Política Educativa al 2021, Año del Bicenenario. Acelerar el cambio educativo para el bienestar de todos y el desarrollo del país. Lima. Recuperado de: http://www.cne.gob.pe/uploads/home/documentoprioridades160116.pdf 
  • Fitch Rating (2020). Fitch Affirms Peru’s Ratings at ‘BBB+’; Outlook Stable. Nueva York. Recuperado de: https://www.fitchratings.com/research/structured-finance/fitch-affirms-peru-ratings-at bbb-outlook-stable-12-03-2020 
  • Fondo Monetario Internacional. (2019). Perspectivas de la Economía Mundial: Desaceleración mundial de la actividad manufacturera, crecientes barreras comerciales. Washington, DC, 62-63 
  • Fondo Monetario Internacional. (2019). Perspectivas económicas: Las Américas: Frustradas por la incertidumbre. Washington, DC, 32-33 
  • GRADE, Grupo de Análisis para el Desarrollo (2017).Estado de la educación en el Perú Análisis y perspectivas de la educación básica. Lima. Recuperado de: http://www.grade.org.pe/forge/descargas/Estado%20de%20la%20educaci%C3%B3 n%20en%20el%20Per%C3%BA.pdf 
  • INEI (2019). Indicadores de educación por departamento 2008-2018. Lima. Recuperado 
  • de:https://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib168 0/libro.pdf 
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  • Naciones Unidas (2015). Resolución aprobada por la Asamblea General el 25 de septiembre de 2015. Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, 19-20. 
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  • Urquijo Angarita,Martín J. (2014). La teoría de las capacidades en Amartya Sen, 65-71. 
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