Por Hamer Anthony Valdez López, estudiante de economía de la Universidad Nacional de Cajamarca.
La desigualdad es un término que engloba diferentes aspectos de la vida de un ser humano, desde temas netamente económicos como el nivel de riqueza, ingresos; hasta sociales como la discriminación. Pero centrémonos en la desigualdad económica, esta se refiere a la diferencia que existe en la distribución de la riqueza al interior de un país, en palabras sencillas es la disparidad entre los ingresos que perciben las personas.
La desigualdad económica es un problema que se vive al interior de todos los países y tiene fuertes implicaciones en el nivel de vida de las familias, principalmente en los estratos medio y bajo de la población limitando el acceso a bienes y servicios básicos de alimentación, vivienda, educación y salud.
Tal situación no es ajena al Perú que durante la pandemia Covid-19 la vive en carne propia; así mientras se empezaba el confinamiento las preocupaciones de las familias con ingresos del día a día, pasaban por como pagar alquileres, deudas financieras; pero hoy en día para las familias con miembros contagiados el dilema es con que dinero afrontar la asistencia sanitaria, teniendo en cuenta precios excesivos por medicamentos y oxígeno y lo que aún es peor un sistema de salud colapsado y en condiciones precarias.
En su último informe la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2020) proyecta que para el año 2020 habrá una mayor desigualdad en la distribución del ingreso puesto que en los 17 países que comprende la región ALAC, el índice de Gini alcanzaría una variación entre un 1% y un 8%. Perú se encuentra en el grupo de países donde el índice se incrementaría un 6% o más acompañado de Argentina y Ecuador.
En el siguiente gráfico se muestra como ha venido comportándose la reducción de la desigualdad durante el periodo 2007-2018 y cuál es el nivel que se espera para el año 2020.
Observamos que a partir del año 2007 la desigualdad del ingreso se redujo paulatinamente hasta el año 2013, a partir de ahí la reducción de la desigualdad no ha tenido variaciones significativas, quedando el índice de Gini situado alrededor del 0.44. En línea con las proyecciones de la Cepal (aumento de 6%) para el año 2020, retrocederíamos a niveles de desigualdad que teníamos en el año 2009, es decir que después de esta pandemia habremos perdido once años en reducción de la desigualdad.
La fuente del problema se encuentra en la caída del empleo, el INEI precisó que la tasa de desempleo en el trimestre móvil marzo-abril-mayo casi se duplicó a un 13,1% de la población en edad de trabajar en el país en tiempos de cuarentena, frente al mismo periodo del año pasado (Reuters, 2020), mientras que para el FMI la tasa de desempleo en el Perú podría ser de 7.7% para el presente año. Por otro lado, el ingreso promedio de los peruanos se ha visto resquebrajado en los últimos seis meses, reduciéndose en 30%; sin embargo, el estrato socioeconómico C fue el más afectado debido a que sus ingresos descendieron en 41% respecto a la situación precovid pasando de S/1,913 a S/1,124 (DATUM, 2020).
Ante esta coyuntura el gobierno dispuso del mayor plan económico de la historia con medidas aprobadas por S/126,875 millones, dentro del cual esta el soporte a las familias con S/ 23 986 millones (3,2% del PBI). Con todo este despliegue económico sumado a la ya conocida cuarentena más larga del mundo se creía que iba a alcanzar para hacer frente los efectos de la Covid-19 sin embargo, los problemas estructurales subyacentes como la informalidad y la desigualdad resultaron por darnos una bofetada en la mejilla.
En síntesis, el trauma de la pandemia, en la que mucha gente ha perdido su empleo y disminuido sus ingresos ha provocado un aumento de la desigualdad en cadena que no solo afecta la vida de las personas implicadas sino a la sociedad en su conjunto haciendo más difícil la vida de que de por sí ya era difícil antes.
Finalmente reducir la desigualdad requiere de fuerzas económicas y políticas, en las primeras generar crecimiento económico inclusivo como diría Richard H. Thaler “Para hacer economía hay que tener en cuenta que la gente es humana, o sea la economía va mucho más allá del homo economicus” para ello es imperativo tener políticas de redistribución efectivas puesto que no solo basta con aumentar el gasto social sino en mejorar la eficiencia a través de una entrega de bienes y servicios públicos de calidad que atenúen los efectos sobre los sectores más vulnerables. De esta manera la convergencia entre objetivos económicos, políticos y sociales puede mejorar la rentabilidad social de cada sol invertido de lo contrario podrían recaer en políticas contraproducentes.
Referencias
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). (2020). Enfrentar los efectos cada vez mayores del COVID-19 para una reactivación con igualdad: nuevas proyecciones. Organización de las Naciones Unidas. Obtenido de https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/45782/1/S2000471_es.pdf
DATUM. (30 de Junio de 2020). RPP Noticias. Obtenido de RPP Noticias: https://rpp.pe/economia/economia/coronavirus-en-peru-ingreso-promedio-del-estrato-c-cayo-41-datum-pandemia-covid-19-ingreso-noticia-1276628?ref=rpp
Instituto Nacional de Estadística e Informática. (2018). EVOLUCIÓN DE LA POBREZA MONETARIA 2007-2017. Lima: INEI.
Reuters. (15 de Junio de 2020). VOA Noticias. Obtenido de VOA Noticias: https://www.voanoticias.com/america-latina/peru-economia-coronavirus-desempleo