Vacunas para Todos: Menos retórica, Más pragmatismo

Por Luis Rodrigo Guevara Iglesias, Presidente de la Asociación Peruana de Estudiantes de Economía - APEECO.

Apuesto a que Víctor Hugo, gran poeta y novelista francés, hubiese querido presenciar el acontecer político del Perú en el año 2021. Esto debido a que, observando nuestra realidad, se encontraría con la gran oportunidad de escribir una versión paralela de su inmortal obra “Les Misérables” (Los Miserables). Sin embargo, a diferencia de referirse a la tragedia, la injusticia y el infortunio que acechó a Jean Valjean y compañía; en esta oportunidad, se referiría al miserable comportamiento de un ex jefe de estado felón y de un gran número de personajes miserables, que aprovechando su poder e influencias, se vacunaron a escondidas del pueblo y antepusieron su ‘pellejo’ antes que la vida de cientos de médicos, enfermeras y servidores públicos que combaten día a día esta pandemia. Su traición jamás será olvidada por el Perú, mucho menos en estos tiempos difíciles. Sus miserables actos hicieron que se convirtieran en Los Miserables del Bicentenario.

Con todo lo mencionado, la polémica con respecto al “VacunaGate” es grande. El caso abre un amplio debate que busca encontrar complicadas respuestas. ¿Cuál fue el motivo de negociar rápidamente con Sinopharm y de contar con esta empresa como primera opción? ¿Por qué no se negoció con otros laboratorios también con anticipación?  ¿O es que las vacunas de ‘cortesía’ fueron el factor desequilibrante para optar prioritariamente por la vacuna china? Complicadas preguntas que, tarde o temprano, la justicia y el pueblo sabrán descifrar. Sin embargo, el debate actual también abre paso a otra pregunta complicada, cuya respuesta será el objetivo principal de reflexión del presente artículo: ¿Debería el Estado peruano compartir con el sector privado la responsabilidad de distribuir (y vender, para el caso de los privados) las vacunas a nivel nacional? 

Antes de continuar, es necesario realizar un par de pequeñas – pero importantes – precisiones. En primer lugar, cabe precisar que la oferta de vacunas a nivel mundial sigue siendo limitada, por lo que el acceso de los privados al uso y comercialización de estas aún es reducido. El análisis y reflexión a tratar en el presente artículo debe ser tomado en cuenta en el momento en que la oferta de vacunas mejore. En segundo lugar, y como punto fundamental de entender, debo aclarar que el presente artículo no posee la intención de marcar algún tipo de sesgo ‘ideológico’. Es una reflexión enteramente práctica. Se plantea con la única intención de sugerir y defender una visión complementaria al paternalismo del Estado, y que a la vez, tenga el potencial de salvar vidas. No es una cuestión ideológica, es una cuestión de pragmatismo. De ser más prácticos para salvar más vidas. 

Primeras Consideraciones

El escándalo de “VacunaGate” nos demuestra, una vez más, la fragilidad institucional de nuestro estado y el gen egoísta y traidor insertado en la mente de muchos de nuestros políticos. Casi nadie cuestiona que nuestro Estado se caracteriza por ser un sistema ineficiente, burocrático, lento y corrupto. En síntesis, un estado defectuoso, que no genera la confianza suficiente en la población como para fiarse plenamente de este.

Por lo expresado, es que existen ciertas dudas con respecto a la capacidad real del estado de lograr un proceso de vacunación altamente eficiente. Si bien ya se tienen planificadas las fases de vacunación y su respectiva distribución, “VacunaGate” y hechos recientes como la misteriosa pérdida de algunas vacunas en Tacna (Ver Gestión 18/02/2021), ponen en tela de juicio la eficiencia y transparencia del Estado. 

En el Perú, la realidad nos ha demostrado que existe una diferencia muy notoria entre la eficiencia del Estado y la del sector privado, lo cual se pudo evidenciar con el caótico desempeño de las antiguas empresas públicas, por citar un ejemplo. Por lo que, ¿es positivo apoyarse en la mayor eficiencia del sector privado para vacunar más rápido a toda la población peruana? Nuevamente, por una cuestión de ser más prácticos para salvar un mayor número de vidas, la respuesta es un Sí rotundo.

Audaces Fortuna Iuvat

“La fortuna favorece a los audaces”, reza un proverbio latino. Mientras más audaces sean nuestras estrategias de vacunación, mejores serán los resultados sanitarios, económicos y sociales. Optar por apoyarse en los privados de manera paralela a los esfuerzos de vacunación del Estado, representa una política pública audaz. A continuación, explicaremos por qué. 

Al darle luz verde al sector privado estaríamos sumando más actores al esfuerzo de vacunar a todo el Perú en el menor tiempo posible. El Estado ya no sería el único responsable de velar por la vacunación total de la población. Para explicar mejor lo anteriormente dicho plantearemos un ejemplo muy simple: El Estado por sí solo tiene la obligación de vacunar a más de 33 millones de peruanos. Si el sector privado interviniera vacunando a tan solo 5 de esos 33 millones, ¿Acaso no existiría una gran ayuda a la capacidad logística del gobierno? Reduciendo la carga – ahora solo tendría que preocuparse por 28 millones de peruanos – el Estado tendría la capacidad de llegar más rápido a los rincones más alejados del país. Los habitantes del Perú profundo, de los lugares más recónditos de nuestra nación, esperarían menos tiempo en ser inmunizados. 

Acelerar el proceso de inmunización total de la población con el apoyo del sector privado es equivalente a salvar más vidas. A mayor número de personas vacunadas en menor tiempo, mejor control de la pandemia tendremos, con lo cual más vidas serían salvadas. Además, el sistema de salud se descongestionaría, nuestra economía se reactivaría y nuestras vidas – siendo optimistas – volverían a la normalidad. Es una cuestión de trabajo en equipo. ¿Le dejamos el monopolio estatal de vacunación al Estado? ¿O trabajamos en equipo para ser más eficientes? En la escuela, en la universidad y en el trabajo siempre nos han enseñado que lo segundo nos direcciona al éxito. 

Como hecho complementario, mas no insignificante, ante una mayor oferta de vacunas por parte del sector privado, se fortalecería nuestro derecho de elegir libremente por lo que creamos mejor para nuestra salud. Esto debido a que el sector privado podría negociar e importar todas las marcas de vacunas que estarían disponibles y sean autorizadas en los próximos meses. Nadie te impone que gaseosa comprar o en qué restaurante debes consumir. Lo mismo debe pasar – eventualmente – con las vacunas. Cada peruano debe tener el derecho de elegir libremente la vacuna de su preferencia. Y si bien el Estado también podría negociar con todos los laboratorios, las ‘vacunas de cortesía’ del “VacunaGate” ponen en tela de juicio el hecho de que esto llegue a realizarse

¿Regulación y Control?

Por supuesto que sí. Por el lado sanitario, debe existir un claro conocimiento del total de vacunas importadas por el sector privado para así certificar su calidad y evitar posibles fraudes o adulteraciones. Además, la Dirección General de Medicamentos Insumos y Drogas (DIGEMID), es la autoridad encargada de aprobar que vacunas se utilizan en el Perú y cuáles no; por lo que el sector privado no comercializará algo que el gobierno no apruebe.

Por el lado económico, la teoría económica siempre nos habla de las bondades del libre mercado; pero también nos advierte de las fallas de este. El hecho de que los privados importen vacunas abre la posibilidad de que se formen monopolios u oligopolios que manipulasen el precio de estas a su antojo. Sin embargo, existen razones por las cuales podemos creer que este hecho no ocurrirá. Las explico a continuación: 

  1. Como ya lo he mencionado, actualmente la oferta mundial de vacunas es escasa, por lo que el sector privado recién importaría vacunas cuando esta oferta mejore. Simple razonamiento de oferta y demanda. A mayor oferta, y con una demanda cada vez más reducida (cada día que pasa queda menos gente por vacunar), el precio de la vacuna irá descendiendo. Cuando llegue el momento de que estas se puedan importar por parte del sector privado al Perú, más de una empresa nacional adquirirá este bien. 
  2. Y mientras más empresas peruanas adquieran la vacuna, más rápido se reducirá el precio de esta. ¿Qué nos lo asegura? La necesidad de competir de las empresas del sector privado; pero más importante, la necesidad de competir con el Estado. Recordemos que el Estado no dejará de vacunar; por lo que si el precio es exorbitante, la gente optará por esperar las vacunas brindadas por el Estado. El mercado por sí solo, tarde o temprano, los obligaría a acatar el precio de equilibrio. 

¿Capitalismo Salvaje? ¿Darwinismo Social? ¿Sálvese quien pueda?

Tres de las más grotescas falacias pregonadas por los opositores a esta medida. Recordemos que esta medida es imposible que suceda hoy febrero del 2021. La prioridad de los laboratorios es negociar con gobiernos, por lo que el “sálvese el que tenga más dinero” no viene al caso. Mejor deberían cuestionar el “sálvese el que tenga más contactos y poder en el gobierno”, como es el caso de los 487 miserables.

Es por esa misma razón que mencionar “Darwinismo Social” o “Capitalismo Salvaje” es totalmente impertinente. La regulación y la competencia se encargarán de hacer estas vacunas accesibles. Y si queremos ser más audaces, estrategias como la de aplicar un subsidio estatal a las vacunas pueden resultar muy exitosas. Además, como ya se mencionó, esta sería una estrategia paralela, es decir, complementaria al paternalismo del Estado. El Estado no va a dejar de vacunar de manera gratuita. No obstante, reduciéndose la carga, evitamos más muertes. Menos retórica ideológica, más pragmatismo.

Reflexión Final

Desde el primer instante en que la oferta global de vacunas mejore, el sector privado debe sumarse al plan de inmunización total de la población, ya que esta vacuna representa nuestra mejor arma para acabar con la pandemia. “VacunaGate” ya nos demostró suficiente. El monopolio estatal de vacunas es una amenaza que debemos empezar a controlar, por la salud y el bienestar de nuestra sociedad. ¿Queremos seguir dejando la solución de la crisis a un Estado corrupto e ineficiente, que ya se encargó de posicionarnos como los peores en el mundo manejando la pandemia? ¿O deberíamos articular esfuerzos públicos y privados para así combatir de manera integral y exitosa esta difícil situación? 

Estimado lector: abramos los ojos. Miremos más allá del horizonte. Incentivemos al estado a trabajar en equipo. Recordemos que, en las enseñanzas del profeta Ezequiel, Dios ciega a quienes quieren perder, y  en esta pandemia, los peruanos ya perdimos suficiente.

Referencias

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